El Observatorio ALMA y el Invierno Altiplánico: Cómo Enfrentan las Antenas las Condiciones Extremas

Hace unos días, el Observatorio ALMA, ubicado en el desierto de Atacama, enfrentó una situación extraordinaria al activar su protocolo de “supervivencia” para proteger sus antenas debido a intensas precipitaciones. Este fenómeno, poco común en pleno verano chileno, resultó en una nevada en el llano de Chajnantor, donde se encuentran tanto el telescopio Apex como ALMA.

El evento, capturado en video y compartido en redes sociales, generó gran interés en la comunidad científica y entre los amantes de la astronomía. Pero, ¿a qué se deben estas inusuales condiciones climáticas? La respuesta está en el llamado invierno altiplánico, un fenómeno meteorológico característico del verano austral que afecta las zonas más altas del norte de Chile, así como regiones de Perú y Bolivia.


¿Qué es el invierno altiplánico?

Según el Center for Climate and Resilience Research (CR2), el invierno altiplánico ocurre entre diciembre y febrero en el Altiplano Sudamericano, una región que se encuentra a más de 3,000 metros sobre el nivel del mar.

A esta altitud, las condiciones climáticas suelen ser desafiantes: baja densidad de aire (aproximadamente dos tercios de la densidad al nivel del mar), altos niveles de radiación solar y temperaturas extremadamente bajas durante los meses de invierno. Sin embargo, durante el verano austral, el Altiplano experimenta un aumento en los niveles de humedad.

El CR2 explica que es en esta temporada cuando se reúne suficiente vapor de agua para la formación de nubes convectivas. Entre diciembre y marzo, episodios de una a dos semanas de duración pueden generar lluvias, tormentas eléctricas y, en algunos casos, nevadas. Este fenómeno es lo que provocó la reciente acumulación de nieve en el llano de Chajnantor, sorprendiendo a muchos debido a su coincidencia con la temporada de verano.


Protocolo de supervivencia de las antenas de ALMA

El Observatorio ALMA cuenta con 66 antenas, diseñadas para operar bajo condiciones extremas propias de la altitud y el entorno desértico. Estas estructuras son capaces de soportar vientos de hasta 65 m/s. Sin embargo, cuando las condiciones climáticas se vuelven severas, se activan protocolos de seguridad para prevenir daños.

Uno de estos protocolos consiste en colocar las antenas en “modo supervivencia”. Esto implica orientarlas de espaldas al viento, reduciendo el impacto de las ráfagas y minimizando la acumulación de nieve en su superficie. Este protocolo se activa cuando los vientos alcanzan velocidades de 20 m/s, aunque las observaciones astronómicas pueden suspenderse incluso con condiciones más leves, como viento blanco (viento con nieve), tormentas eléctricas o vientos sostenidos por encima de los 25 m/s.

El observatorio cuenta con avanzadas estaciones de monitoreo meteorológico, que permiten a los equipos prever las condiciones climáticas con un día de antelación. Esto les brinda tiempo suficiente para preparar una respuesta adecuada. Cada mañana, los expertos verifican las condiciones climáticas reales y deciden si es necesario activar algún protocolo o suspender las actividades de observación.


La resiliencia del observatorio frente a la naturaleza

El Observatorio ALMA es un ejemplo de ingeniería y tecnología al servicio de la ciencia en uno de los entornos más inhóspitos del planeta. Ubicado en el desierto de Atacama, esta instalación enfrenta desafíos climáticos únicos que, a pesar de ser extremos, también ofrecen condiciones ideales para la astronomía.

La combinación de cielos despejados, baja humedad y altitud hacen de Chajnantor un lugar privilegiado para la observación astronómica. Sin embargo, eventos como el invierno altiplánico recuerdan que incluso en el desierto más árido del mundo, la naturaleza puede sorprender.


Impacto científico y cultural

El trabajo de ALMA no solo contribuye al conocimiento del universo, sino que también pone en relieve la importancia de la cooperación internacional en la ciencia. Este observatorio es una colaboración entre Europa, América del Norte y Asia, en conjunto con Chile, lo que lo convierte en un ejemplo de cómo los esfuerzos globales pueden superar desafíos técnicos y climáticos.

Además, fenómenos como el invierno altiplánico subrayan la necesidad de comprender mejor los patrones climáticos en zonas extremas. Esto no solo es relevante para la astronomía, sino también para las comunidades locales y las políticas de adaptación al cambio climático en regiones de alta montaña.


La reciente activación del protocolo de “supervivencia” en el Observatorio ALMA es un recordatorio de cómo la naturaleza puede desafiar incluso a las tecnologías más avanzadas. Sin embargo, gracias a la planificación, el monitoreo constante y la resiliencia de su equipo, ALMA continúa desempeñando su papel como una de las instalaciones astronómicas más importantes del mundo.

Mientras el invierno altiplánico sigue influyendo en las condiciones climáticas del Altiplano Sudamericano, el observatorio se mantiene firme, explorando los misterios del universo y adaptándose a los retos que presenta su entorno único.